L.Q.Q.D.M

Sobre "Lo que queda de mí" sólo puedo decir que es lo que va pasando por mi intrincada mente, un tanto loca de vez en cuando...
La mayoría de entradas obviamente son mías, el resto canciones o algo que me haya marcado de alguna forma.
Gracias por pasar unos minutos perdiendo el tiempo por estos delirios, espero que os guste y tanto si es así como si no, comentad por favor.
Besos.
*Rusa*

martes, 29 de octubre de 2013

Soy minero






Letras

Después de tanto tiempo, vuelvo a este rincón.
Y hoy escribo con la tranquilidad de quien sabe lo que quiere, de quien ha conseguido sus metas, de quien ha encontrado el amor...
Escribo con la paz de quien se sabe amado, de quien hace de la lucha su vida diaria, de quien no cesa en su camino.
Escribo con el aplomo de quien ha caído y se ha vuelto a levantar, de quien ha perdido muchas cosas y ha encontrado otras tantas, de quien se hunde, pero sale a flote.
Escribo con la ilusión de quien sigue haciendo proyectos en su día a día, de quien sabe que aún queda tiempo, de quien mira al futuro...

viernes, 31 de mayo de 2013

La lluvia. (1)




Le gustaba la lluvia. Le gustaba mirarla y disfrutaba viendo como mojaba todo, y el olor que desprendía la tierra al mojarse... "ojalá pudiera embotellar este aroma" pensó.
Le gustaba la lluvia por muchos motivos, pero uno de ellos es que podía ver en el cielo el reflejo de su interior. Gris, húmedo, y triste.
Desde su sillón favorito, miraba ensimismada como el agua mojaba todo lo que encontraba, como la gente corría a refugiarse, como el tiempo pasaba ante sus ojos y ella no hacía nada.
Sólo pensaba. Extrañaba. Planeaba alternativas que se esfumarían antes de que se plantease hacerlas realidad.
Se sentía agotada...
Pensaba en él, en que hubiera sido su hubieran luchado, si hubieran sido fuertes, si la vida y los kilómetros no se hubieran interpuesto entre ellos... Pero solo eran pensamientos, pues no hará nada, como no lo hizo entonces. Y ahí estaba, viviendo una vida que nunca planeó, que nunca esperó. Pero tampoco hará nada por cambiarlo.
También pensaba en su tierra, el pequeño pueblo donde pasó su infancia y juventud, donde fue tan feliz... y al que llevaba años sin ir. le encanta ir a pasear junto al río, sentarse en la orilla y mirar, escuchar, dejarse acariciar por el cálido viento. Allí fue otra, o tal vez era aquí donde era otra, pues aquella muchacha luchaba cada día por ser feliz (aunque no le costaba tanto). Allí sentía el abrigo de sus más íntimos amigos, el consuelo de las calles por las que tanto tiempo había pasado, el refugio de los árboles que la habían visto crecer. Y se sentía tan vacía tan lejos de allí... Pero seguía sin hacer nada. Cada vez que pensaba en volver, se le ocurrían más motivos para no hacerlo que la vez anterior. "Ya no es el mismo lugar, ni la misma gente, ni siquiera yo soy la misma... ¿qué pretendo encontrar allí?"
Y así pasaban los años. Sin volver y lamentando hacerlo.

sábado, 13 de abril de 2013

¡Feliz!

Hoy toca ser feliz. Sí. Y punto. Hoy me siento afortunada.
Aunque he perdido muchas cosas. Aunque he llorado hasta quedarme sin fuerzas. Aunque ha habido momentos en los que pensé que moriría de tanto echar de menos. Pero aquí sigo. Para los que no lo sepáis, aunque sientas que mueres de tristeza, de cansancio, de angustia, de miedo... eso no sucede, ni aunque quisiéramos que fuese así. A lo que iba, hoy soy feliz.
Porque sonrío con sólo pensar en él. Y en cómo he cambiado desde que entró en mi vida (o entré yo en la suya) Porque ahora soy un poco más fuerte, un poco más feliz, un poco más despreocupada y un poco más responsable. Porque pienso en todo lo que hemos pasado juntos, y en todo lo que nos espera, y no hay años suficientes para hacer todo lo que quiero hacer con él.
Porque tengo amigos que siguen al pie del cañón, después de incontables años aguantándome... y eso ya tienen mérito, y otros que no llevan tanto, pero que espero que sigan ahí incluso después de que el cañón se oxide...
Porque tengo muchos motivos para ser feliz, aunque no siempre los vea, aunque el cansancio, las ganas de abandonar y la rutina no me dejen verlo.
Porque están ahí. Porque estáis ahí. Y porque yo sigo aquí.

jueves, 11 de abril de 2013

Perfecta

Porque hay días en los que parece que tus hombros no pueden con el peso de tu mundo...
y canciones como ésta lo hacen un poco más llevadero.

domingo, 24 de marzo de 2013

Bienaventurados




A veces sí, a veces no, a veces la vida
nos da la espalda amor. Para ver de color
hay que pintar, el corazón.

viernes, 22 de febrero de 2013

How To Save A Life




Where did I go wrong, I lost a friend
Somewhere along in the bitterness
And I would have stayed up with you all night
Had I known how to save a life

Pudimos ser eternos...

sábado, 26 de enero de 2013

Diálogos sordos. Parte 2


Seguían pasando los días, lentos como el caminar de una tortuga coja, e iguales como dos gotas de agua. Defenderme, comer, defenderme y dormitar con un ojo abierto para seguir defendiéndome. Al cabo de poco tiempo me di cuenta de que quizá era posible que no estuviera tan sola como pensaba, ya que ¡estaba embarazada! Al principio se me cayó el mundo encima, no podía tener cachorros en esas condiciones, pero no tenía remedio. Así que empecé a mejorar mi refugio y a buscar lugares donde las presas fueran más fáciles, al fin y al cabo, los conejos eran algo tontos, pero los de la zona no eran suficientes. Un mes después y tras mucho trabajo y sufrimiento, tenía delante a mis cinco preciosos hijos. 
Cinco hermosos pequeños atrayendo a los depredadores y cinco “lobitos” a los que alimentar. Me sentía tan abrumada… Y con el invierno a las puertas. Creo que todos sabéis muy bien a lo que me refiero, a la desesperación, a la responsabilidad de no sólo cuidar de mi misma, sino de esas cinco criaturitas que me acompañaban. Pues bien, las primeras semanas sobreviví con lo almacenado, pero llegó un momento en el que el frío había acabado con mis presas, y también lo estaba haciendo con la vida de mis hijos. Cada día estaban más hambrientos, y cada vez tenía que alejarme más de ellos para encontrar comida. Al volver de una dura e insatisfactoria jornada de caza, me encontré a uno de ellos muerto. Yo no tenía suficiente leche para alimentarlos a todos, ni comida adecuada para sus pequeños dientes. Con el alma en las patas, lo llevé fuera de la madriguera para esconderlo de los depredadores, no se comerían a mis hijos.
Después de pensarlo detenidamente, decidí que tenía que sacarlos del bosque o acabaríamos muriendo todos. Nos pusimos en camino un día gris cuando la niebla cubría los árboles que habían sido mis guardianes para evitar ser vistos, pero unos malnacidos que habían ido a desfogar su frustración con criaturas más débiles que ellos mismo nos vieron, y empezaron los disparos. Debilitados por el hambre y el frío, mis pequeños no pudieron correr lo suficiente, sus pequeñas patas tampoco se lo permitían. Cogí a dos de ellos, los escondí entre las hojas, y tan rápido como pude volví a por los otros dos, pero ya era tarde. Se estaban acercando. Mi pequeño no respiraba, le habían dado en la cabeza. Tuve que dejarle allí con todo mi dolor. Debía seguir luchando por el resto. El otro apenas podía respirar, se había roto una pata y tenía el pecho sangrando. Lo cogí y seguí el sonido de los gemidos de mis hijos. Hasta que llegué no me di cuenta del dolor lacerante que me inmovilizaba la pata trasera, me habían alcanzado. Y mis cachorros llorando pronto atraerían su atención. Intenté calmarlos, por suerte los dos primeros sólo estaba asustados, pero al otro se le escapaba la vida. No me lo podía creer, había perdido a dos en menos de un mes, y el tercero estaba en ello. ¡Cuánta tristeza y desesperación sentí en ese momento!
Estuvimos escondidos hasta que la oscuridad cubrió el bosque y no se oía más que el ulular de los búhos solitarios. Pero ya era tarde para mi cachorro. Salimos de nuestro improvisado escondite, en busca de la carretera del pueblo para alejarnos de allí. Pasamos horas caminando, hasta que llegamos a las ruinas de una vieja casa en la carretera de acceso al pueblo vecino, cerca de los contenedores, donde podía conseguir algo de comida. Desde la muerte de mis hijos cambié radicalmente, ya no era la que Ignacio conoció, me volví más fría, dura y agresiva. No permitiría que nada ni nadie nos hiciera más daño, mis cachorros se merecían ser felices, o al menos, ser libres. Ruso y Tuca (como así llamé a los supervivientes) estaban creciendo, y en aquel nuevo lugar podían correr casi sin ser vistos, refugiarse del frío y esconderse con facilidad mientras yo buscaba comida. Quitando las duras nevadas no fue una mala época para nosotros, y así fue como pasamos el invierno, comiendo de la basura y bebiendo del riachuelo. 


sábado, 5 de enero de 2013

Vuélvete a levantar

Quiero enseñaros en la primera entrada del año, esta canción tan positiva. Empecemos con buen pie el 2013.



ME ENCANTA.
Deja de llorar. Mago de Oz.