Sara se torturaba cada día con el mismo pensamiento “¿Por
qué?” No podía con la culpa que la comía por dentro, con la sensación de
traición que le inundaba. Y todo por aquella noche.
Sara llevaba casi cinco años con Raúl y lo quería con
locura, pero aquel día después de salir de trabajar se encontró con Carlos, al
que había dejado hace siete años. Se pararon a hablar y recordaron viejos
tiempos en un pub. Tras la última copa él se ofreció a llevarla a casa. Y una
cosa llevó a la otra. Subieron al piso y allí se besaron, primero un beso
tímido, y después sus manos se fueron desnudando tras una capa de vergüenza y
recuerdos. Sara recordaba cada centímetro de su piel, el calor que desprendía
su cuerpo, y esa noche se perdió en el pasado.
Lo habían dejado hace mucho tiempo, tuvieron algo bonito,
pero se acabó. Cada uno tenía su camino y no iban a la par. Raúl era el amor de
su vida, no comprendía cómo había podido hacerle algo así, pero esa noche… no
era ella.
Se despertó y vio a Carlos dormir a su lado, y se horrorizó
por lo que habían hecho. “Carlos, despierta, está mal, ¿qué hemos hecho? Tú
tienes a Marta, y yo a Raúl, no sé que ha podido pasar” Mientras él se
levantaba le contestó “Sí, está mal, pero yo no aguanto más a Marta, lo nuestro no tiene solución” No
sabía por qué, pero una parte de Sara se alegró, no soportaba a Marta, en su
opinión era una zorra “Pero lo mío con Raúl es distinto, le quiero” “Entonces
¿por qué lo has hecho?”
Eso mismo se preguntaba cada día desde entonces, como pudo
traicionar el amor que sentía, tanto tiempo que había dedicado a cuidar su
relación, a hacerle feliz… y ahora eso.
Cada vez que le miraba a los ojos, cada vez que le besaba se
sentía una traidora, pero le quería tanto…
No era capaz de decírselo para no herirle, pero no era capaz
de callarse por los remordimientos…
Y tú, ¿qué harías?